Nunca nos había pasado. Nunca habíamos manejado una situación como esta en la historia reciente.
Absolutamente inédita.
Nunca había habido tanta gente en el mundo preocupada por lo mismo y al mismo tiempo (quizás, la última vez que nos sentimos así fue con la II Guerra Mundial).
Llámale COVID-19, llámale próxima pandemia (basta con seguir a algunos científicos y ver la evolución histórica para entender que habrá más), estas épocas de fragilidad nos someten a un flujo diario de información negativa, preocupante y avasalladora, a veces.
Por lo que es normal sentirse sobrepasado, con baja motivación, con ansiedad y baja calidad del sueño.
¿Y hoy qué va a pasar?, nos preguntamos.
Para dar respuesta a nuestra vulnerabilidad al sentir que no tenemos el control de qué va a suceder, hemos analizado uno de los instrumentos más potentes para sobrevivir en este escenario psicológicamente desafiante.
La resiliencia.
LA RESILIENCIA, así, en mayúscula, es nuestro as en la manga y el eje de nuestra primera Vigmar Talks.
Unas charlas pensadas para el equipo Vigmar y para nuestra esfera más cercana de clientes y colaboradores, que estrenamos con Andreu Gatuellas, psicólogo, coach certificado y formador especializado en Inteligencia Emocional y Habilidades Personales.
A él recurrimos para tratar de entender(nos) en esta “nueva normalidad”, como personas, como profesionales y como equipo.
Y nos lo explicó tan alto y tan claro que quiero, queremos, compartir contigo este gran aprendizaje.
Los seres humanos resolvemos la sensación de no-control en forma de miedo.
Nuestro cerebro está diseñado para sobrevivir. Es nuestra respuesta mamífera.
En situaciones de estrés, nuestra cordura se va al garete y lo que hace nuestro cerebro es activar el “112 cerebral”.
Es cuando se produce el llamado “secuestro amigdalar”, una reacción defensiva del cerebro. Y es cuando perdemos los estribos y el control de nosotros mismos, y hacemos o decimos cosas de las que probablemente nos vamos a arrepentir.
¿Familiar, verdad?
(Consejo de Andreu: cuando esto pase, es mejor dar un paso atrás, no decir nada y no tomar ninguna decisión.)
Las amígdalas que generan una respuesta de defensa, cuando están muy activadas, secuestran el control consciente de nuestro comportamiento. Es como si nos secuestrara la razón, el sentido común y es cuando nos comportamos, hablando en plata, como idiotas.
Las amígdalas no solo se activan con la rabia o el miedo. También lo hacen con lo que Andreu llama la “maldición del prefrontal derecho”.
Es el origen del 99% de nuestro sufrimiento.
La “maldición del prefrontal derecho” es como una ventana al futuro. Y, puestos a mirar el futuro, también podemos anticipar grandes apocalipsis.
El prefrontal derecho tiene un “teléfono directo” con las amígdalas. Y esta es la maldición. Porque somos capaces de imaginar lo peor que va a pasar. Y las amígdalas, que no son racionales, se creen todo lo que les contamos, se activan y envían una señal liberando cortisol en sangre. Y ya tenemos otra vez el cirio montado.
De esta manera, alimentamos historias que o no pasarán o, si pasan, no serán ni mucho menos tan graves como las hemos imaginado. Son historias que solo residen en nuestra mente.
Soy un hombre muy mayor que ha vivido muchos infortunios, la mayoría de los cuales nunca han ocurrido. (Mark Twain)
Ahora bien, es normal tener miedo.
No elimines el miedo. Transfórmalo. Porque esto va en serio.
Haz que sea un miedo controlado. Conviértelo en la parte inteligente y buena del miedo: la prudencia.
En las empresas, y en la sociedad en general, hay que transformar el miedo en una cultura de riesgo cero. Una cultura en la que todos nos cuidemos a todos. Priorizar el respeto mutuo.
¿Cómo podemos aumentar nuestra resiliencia a nivel personal?
La resiliencia es la capacidad que tiene un material de soportar energía, ya sea del impacto, la rozadura, la temperatura, la presión…
Aplicado a las personas sería la capacidad de no romperse y de crecer desde la adversidad.
La buena noticia es que la capacidad de resiliencia de una persona no es un valor fijo, sino que se puede entrenar e incrementar.
5 cosas que las personas resilientes hacen con frecuencia (y les va mejor en la vida)
Andreu Gatuellas compartió 5 consejos que, sí, pensarás que tienen todo el sentido común del mundo, pero tienen truco: aplicarlos.
El resiliente es la persona que sabe recuperarse antes de los contratiempos. Porque a todos nos afectan, sin excepción.
Conocer estos consejos es la mitad del camino. Sin acción, el conocimiento a menudo no tiene sentido.
Los libros de autoayuda no funcionan porque la gente los lee pero no los aplica. (Eduard Punset)
Así pues, ¿qué hace una persona resiliente?
1. Tiene espacios de recuperación personal en su día a día.
Genera rutinas para recuperar su energía.
Dos acciones fundamentales para ello: la primera es sudar. Tu cerebro está más contento cuando te mueves. Cuando sudamos durante una hora, 3 veces por semana, te suben las endorfinas, un opiáceo interno que sienta muy bien, es ansiolítico y calma. Mejora tu tono emocional y tu sistema inmunológico se pone las pilas.
La segunda acción, nuestro cerebro necesita silencio. Un bien cada vez más escaso por la vida que llevamos. El cerebro necesita tener momentos de desconexión. Pequeñas rutinas de meditación una vez al día. Como una forma de resetear tu cerebro y darle un poquito de silencio.
(Consejo de Andreu: practica la respiración 6-4. Pon el cronómetro en 10-15 minutos. Busca un espacio en silencio. Inspira en 4 tiempos y expira en 6.
De esta manera, activas el nervio vago, que calma el corazón y relaja el pericardio. Tremendamente saludable para el corazón y para el sistema nervioso.
Importante: en la expiración debes rendirte, dejarte ir, soltarte.)
2. Invierte en los demás.
La gente que te rodea es la mejor fuente de resiliencia personal que existe.
Ser amable y cuidar las relaciones personales, fuera y dentro del trabajo, es lo más inteligente que puedes hacer para aumentar tu resiliencia personal.
Lo que nos ha hecho triunfar como humanos a lo largo de los siglos es nuestra capacidad para trabajar en equipo, en sociedad. De sumar.
El hecho de que te quieran, te valoren, nos hace muy felices. Cuando hay buen rollo, cuando nos reímos con alguien, cuando alguien es amable, y también cuando ayudamos a alguien, cuando hacemos las paces con alguien,… generamos oxitocina.
Es en momentos de estrés cuando más necesitamos a los demás.
(Consejo de Andreu: si quieres bajar el cortisol a alguien y aumentarle la oxitocina, es decir, hacerle un favor maravilloso, escúchale. Que nos escuchen sienta muy bien a nivel neuroquímico.)
3. Reduce el ruido mental.
Es muy difícil estar en el presente. Hay muchas personas que viven más en el futuro y en el pasado que en el presente.
El 90% del problema no es lo que ocurre. Es lo que te cuentas sobre lo que va a ocurrir.
El único antídoto contra el ruido mental es el mecanismo de la atención porque desactiva el de la preocupación.
Tú no puedes estar preocupándote y atento a la vez.
(Consejo de Andreu: en los “días malos” aprende a dominar tu atención. Escoge cualquier cosa que requiera tu atención y que no implique interacción social. Hacer una hoja de Excel, enviar un mail, preparar un pedido… Procura de forma consciente mantener tu atención en esa tarea durante media hora o una hora. En ese rato de atención plena el mundo se desaparece y también la angustia.)
4. Dirige tu atención al círculo de control, a lo que solo depende de ti mismo/a.
Cuanto más tiempo dediques a las cosas que sí dependen de ti (circulo de control), menos tiempo, energía y atención le dedicas a las cosas que no dependen de ti (circulo de preocupación).
Y hay muchas cosas que dependen de nosotros para mejorar nuestra vida. En los momentos que estamos viviendo, una manera excelente de aumentar nuestro poder sobre el miedo es centrarnos en lo que sí depende de nosotros (me pongo mascarilla, me lavo las manos, respeto la distancia).
Y de forma testaruda.
5. Practica el optimismo activo.
Los optimistas no son los que piensan que todo va a ir bien. Son los que piensan que es posible. (Martin Seligman).
Lo que diferencia a los optimistas de los pesimistas son los estilos explicativos. El pesimista magnifica lo malo. El optimista no es que lo niegue pero le da el espacio justo y no más. El optimista delimita el tiempo y el pesimista lo eterniza.
El pesimista carga lo negativo sobre su autoestima, sobre si mismo. El optimista siente que es capaz de hacer algo al respecto. Se dice, “igual ahora no puedo, pero dame tiempo. Déjame que me prepare.” Se centra en su círculo de control y se entrena para conseguir lo que quiere conseguir.
Así pues, ahora más que nunca, es tiempo de practicar la resiliencia. Espero que te haya servido esta lectura y que te acompañe en los momentos en que necesites recordarte que nuestro bienestar depende de cada uno de nosotros.
Un abrazo y hasta pronto.